APORTES PARA PENSAR LA PRÁCTICA MÉDICA
EN LA SITUACIÓN ACTUAL
Los siguientes fragmentos pertenecen a documentos elaborados por la Lic. Diana
Braceras, cuyas referencias señalamos a continuación.
I.- Masificación de la opinión:
La labor médica no quedará cumplida si este saber no tiene consecuencias sobre su práctica, diferenciándola tanto de la adhesión masiva a líderes de opinión, como de las piruetas del consumismo de la economía de mercado y la venta profesional de imágenes a la medida de la incauta satisfacción de sus clientes.
El médico está sujeto todo el tiempo y en los espacios mismos de su práctica, a los efectos imaginarios que sufren todos los sujetos humanos: tiende a identificarse con el grupo, con "la masa", en términos del autor: la manada. Ya no permitir que una función coloque a un ser humano en el lugar de la excepción, más allá del bien y del mal, omnipotente e incuestionable, sobre todo cuando de él dependen la vida y la muerte de los semejantes, no es poca cosa. Y aún más, y con esto no se atreve el razonamiento expuesto: Es la medicina misma y la ciencia la que es tocada por la varita de la incompletud, la falta de garantías total y la certidumbre de haber comprado la razón y acapararla bajo su dominio por siempre, en la cima del poder de un método infalible.
(Ver: "Práctica Médica a la moda o el síndrome de la manada")
II.- Destitución de la función médica:
Lo que está mostrando esta situación específica es la transformación axiomática del campo de la medicina, la mutación que implica la destitución de la función médica. Lo que tendremos que pensar y registrar entonces, serán las consecuencias de ello y qué posición tomar en relación a esto que se está instituyendo en nuestro medio.
Las objeciones, centradas en el saber y en la ley, no son suficientes si no incluimos en este escenario los resortes del discurso de época: las relaciones basadas en la información y el poder.
Lo que se juega descarnadamente en este "extraño" producto con pretensión normatizadora, es el poder de decisión de la compra de medicamentos, tratados como objetos de consumo masivo para una clientela cautiva.
(Ver: "Y Dónde está el doctor?")
III.- Falsas oposiciones:
¿Hemos sido convocados para consensuar los más altos estándares de calidad para los tratamientos oncológicos o para minimizar el gasto de las prestaciones obligatorias?
Las líneas de desplazamiento y manipulación de los propósitos son claramente identificables: se utilizó la estrategia de armar falsas oposiciones:
- Lo mejor versus lo posible.
Encubre la contradicción entre lo que se debe y lo que se quiere o no se quiere hacer.
El posibilismo en este contexto se justifica con el principio de justicia, prorrateando los beneficios de un sistema empobrecido y de recursos limitados; lo mediocre alcanzaría para un mayor número de pacientes.
- Opinión de expertos versus autonomía del paciente.
Encubre la asimetría de la relación médico-paciente, específicamente en lo que hace a la transmisión de la información, la dependencia y sugestionabilidad. A lo que debe sumarse, según las actuales modalidades de contratación de las prestaciones médicas, la cautividad y designación no electiva de médicos tratantes e instituciones.
Obsérvese este fenómeno inflacionario de la referencia ética, entendida como el respeto a derechos en abstracto de sujetos estadísticamente idénticos, que "naturalmente" estarían representados por la "buena fe" del que opina sobre su situación.
La comodidad de construir un consenso sobre lo que no se debe hacer ej. "encarnizamiento terapéutico", "discrecionalidad arbitraria de recursos"; lleva a contentarse con abstinencias, sin discutir lo que es necesario hacer y pensar, en la singularización de las situaciones.
(Ver: Garantía de Calidad en tratamientos oncológicos... o...¿A cuánto cotizan los testículos de los jubilados?)
IV.- Saber u opinión:
El proceso de diagnóstico y la propuesta de tratamiento en el contexto de una cura médica, tiene un saber referencial más o menos estandarizado según la ciencia y la técnica aplicadas a una clínica asistencial. Si la práctica muta hacia otros campos, las creencias, fundamentos y objetivos importados darán lugar a otra cosa, otras "opiniones" y un lazo social distinto, ya no propiamente médico. Esto es lo que está ocurriendo con el avance de las técnicas y pre-supuestos devenidos de la economía de mercado y su aplicación en el campo de la medicina.
Como toda operación ideológica, la base es la "creencia", para lo cual no es necesaria la aceptación de todo lo que se impone como si fuera verdad, sólo se efectiviza cuando se acepta que es necesario.
Así, el gerenciamiento en las prácticas de salud, pese a ser insalubre para médicos y pacientes, se ha materializado en el sistema transformando en "opinable" la "opinión médica" de ahora en más, fecundada por teorías de "economistas", más que por un acto de amor hacia la medicina, por una violación consentida.
Sin embargo, no se trata de una falsedad ideológica, cuyo reconocimiento la desenmascara por medio de la concientización de los afectados. Se trata de una ideología cínica: no pretende ser tomada en serio...su dominio está garantizado, no por el valor de verdad, sino por simple violencia extraideológica y promesa de ganancia.
(Ver: "La Opinión Médica no es una opinión")
V.- Paciente o consumidor:
Pero, ninguna mercancía en sí misma garantiza la calidad de un tratamiento médico, ni siquiera aquella que encarne la panacea de la curación en un momento histórico dado.
Enfatizamos que lo esencial en el seno de un tratamiento médico, consiste en el entramado del lazo social entre el médico y el paciente, creando una relación de efectos terapéuticos a partir de la cual se seleccionan, administran y controlan los diversos recursos disponibles, con el mismo objetivo que dio lugar a la existencia de toda medicina a lo largo de la historia de la humanidad: curar, atenuar, aliviar, proteger del padecimiento del cuerpo a un sujeto que tiene las capacidades de hablar, de saber y de engañarse toda su vida.
Por eso la satisfacción del cliente es algo muy distinto al bien del sujeto (2).
Por eso el valor de una práctica digna de un ser humano, no es sinónimo de la calidad de un producto de consumo sujeto a rentabilidad.
La homogeneización del lenguaje de la globalización (otro eufemismo), como estamos viendo en cada uno de los países que la adoptan, provoca evidentes efectos de segregación y exterminio sobre las prácticas instituidas a partir de una concepción de hombre distinta a la del "ser consumidor".
Sigmund Freud lo advertía claramente: se empieza cediendo en las palabras y se termina transigiendo en los hechos.
(Ver: "El exterminio del discurso médico")
VI.- Mutación de la práctica médica:
Cuando se ha degradado la función médica, el paciente en calidad de objeto manipulable y sufriente, desesperanzado y cautivo de la voluntad de Otro (médicos, enfermeras, cuidadores, familiares, etc.), queda reducido a un deshecho indigno, su dolor será "intratable" y muy probablemente preferirá la muerte a continuar en ese estado de indefensión sin límite. La perversidad del sistema cierra el círculo ofreciéndole humanitariamente una "muerte digna". Si el sujeto de la medicina postmoderna defecciona de su deseo de curar, preservar y aliviar... ¿ en qué puede consistir entonces su práctica actual?
Tal vez...
- ¿ Funcionen como promotores free-lance de los laboratorios farmacéuticos?
- ¿ Colaboren con las empresas gerenciadoras de "Salud", para que sus cuentas cierren evitando prácticas costosas?
- ¿ Se constituyan en proveedores de pacientes para ser incluidos en protocolos de investigación a costa del sistema financiado por el estado, para su propio beneficio particular y de empresas transnacionales?
El desplazamiento de las pautas de funcionamiento del campo médico, es coherente con la legitimación de las organizaciones políticas actuales como estados técnicos administrativos, cuya razón de ser está asentada en la gestión económica que se reduce a que los cálculos cierren.
(Ver: "La ideología del Buen Morir: El suicidio asistido de la función médica")
VII.- La estrategia de mala infinitud:
Los datos que desmienten las expectativas "optimistas" de los ideólogos de la política económica neoliberal implementada en las sociedades contemporáneas, encarnizamiento que se consolidó y concentró aceleradamente en el último lustro, son relativizados con una estrategia para justificar el fracaso y renovar las expectativas para el futuro éxito del modelo:
"Tal estrategia consiste en apelar a una serie de mala infinitud (porque tiende al infinito sin convergencia alguna) : debe darse tiempo al tiempo, o sea, hasta hoy no funcionó, pero mañana lo hará. Por lo tanto, debemos esperar un mundo mejor que nunca llegará, porque cada día se ha de repetir el mismo motto. Y se agrega que, si no funcionó hasta ahora es porque no se dieron estrictamente las condiciones para alcanzar el éxito". (Un esforzado ajuste más...explicará cada ministro de economía, y saldremos de la crisis...podemos recitar los argentinos en pleno 2001 desde hace un cuarto de siglo)
..."Dicho de otro modo, y repitiendo a un ilustre filósofo del pasado, debemos criticar, denunciar e intentar superar toda concepción del hombre, el conocimiento y la sociedad que "deje a la humanidad en el exilio". Pero ello exigirá un pensamiento crítico mucho más abarcador y n o meramente reducido a logicalidad deductiva como el de Popper, demandará de nosotros también una continua actitud de fe en la capacidad de la razón -teórica y práctica- para penetrar en el conocimiento del mundo, criticarlo, y transformarlo, sin la auto-postulación de límites a nuestra capacidad crítica de la sociedad misma. A la vez, requerirá de nosotros la negación de la identidad de lo dado con lo realmente posible, es decir, nos exigirá el profundo rechazo a toda sacralización de lo dado, así como a su uso meramente técnico.
Hay siempre alteridad a lo que se nos quiere imponer".
(Ver: "Legitimización científica del neoliberalismo")
VIII.- Decisiones éticas:
En definitiva, complicarnos la vida planteándonos estos distintos niveles de consecuencia de nuestro quehacer, ¿a qué apunta? A no dejar resquicios para la ingenuidad y para todas las coartadas por las que nos creemos inocentes víctimas de las situaciones, de las instituciones y de nuestros semejantes.
Nos coloca claramente ante decisiones que comprometen nuestra ética: elecciones en las que nos podemos reconocer como sujetos o defeccionar en posición de objeto sometidos a la voluntad de un Otro con el que colaboramos consolidando su dominio.
- No prestarse a simulacros.
- No ceder (en nuestras convicciones fundamentadas).
- No pretender la totalidad (esgrimiendo una verdad absoluta)
La respuesta ética, generalmente no resulta una elección pacífica de buen gusto, sus consecuencias son incalculables, afectan opiniones dominantes e intereses particulares; incluso conlleva el riesgo de pasar por la incomodidad del desconcierto del entorno al abandonar la dirección previsible de la costumbre y los estándares incuestionados.
Poner en cuestión permanentemente nuestro hacer y sus consecuencias, implica una dirección ética distinta a la del utilitarismo, el hedonismo y la adaptación a posiciones cómodamente victimarias o benefactoras. No garantiza el éxito ni el consenso inmediato. Sólo la íntima serenidad de intentar aproximar nuestros actos a lo que pensamos y a lo que deseamos. Que no es poco.
(Ver: "Cuestiones éticas: ¿Qué hacer?")
IX.- De la esperanza y el porvenir:
Hay ideas ingenuas y caprichosas respecto de la Esperanza. Hay una suerte de militancia de la esperanza, que a toda costa pretende convencer y sugestionar al futuro, para concebirlo venturoso, dependiente de nuestros deseos, a salvo del "pesimismo", como si la fuerza de las convicciones obedeciera a la posibilidad reasegurada del triunfo sobre las contingencias de la vida.
La claridad del pensamiento de Camus, pone en su lugar las cosas:
"La verdadera desesperanza no nace ante una obstinada adversidad, ni en el agotamiento de una lucha desigual. Proviene de que no se perciban más las razones para luchar e, incluso, de que no se sepa si hay que luchar."
Las razones del porvenir han de ser inmensas: "Tienen la dimensión de la esperanza y la hondura de la rebelión". Para concebir un mañana, en ciertas encrucijadas de la vida, ha de ser necesario abrirse a "una terrible esperanza, la de los hombres a solas con su destino...Sí, es realmente la noche de la verdad, de la única verdad válida, la que anhela luchar y vencer...La grandeza del hombre está en su decisión de ser más fuerte que su condición. Y si su condición es injusta, hay una sola manera de superarla: ser justo él mismo."
(Ver: "Abierto por Balance")
Diana Braceras, Buenos Aires, 29 de noviembre de 2001