Y DÓNDE ESTÁ EL DOCTOR?
Escribe: Lic. Diana L. Braceras -
Equipo Interdisciplinario de Oncologia, Bs. As.
Las normas prácticas de aplicación de la medicina están transformando a esta disciplina en otra cosa. Esta transformación afecta las estrategias, las herramientas y los actores mismos de este particular lazo social: médico y paciente.
Nos sentimos convocados a intervenir en esta situación planteada por la aprobación de los Protocolos Nacionales Convencionales en Oncología, desde los lugares diferenciales de nuestra práctica: el análisis del discurso que lo sustenta, autoriza a conferirle el carácter de "síntoma" actual de la institución "atención médica".
Los problemas prácticos que se plantean a partir de este "engendro" (literalmente), tienen múltiples lecturas, exponemos al menos dos de ellas en el estricto plano médico: desde la clínica específicamente oncológica en relación al desacople de la norma respecto de la disciplina científica que pretende legislar (Ver: Dr. P. Politi, "Objeciones fundadas a una propuesta ministerial sobre normativas en tratamientos oncológicos") y desde la función de auditoría médica en relación al desacople de la norma respecto a la ley , la responsabilidad y la libertad en el ejercicio de la profesión (Ver: Dra. Susana Etchegoyen, "Cuando la norma rompe las reglas"). Ambos cuestionamientos están apoyados y desembocan en preguntas sobre la ética en juego.
La formulación de los problemas y preguntas, la localización de vacíos, errores e incongruencias, la exposición de la impericia, la improvisación e ignorancias diversas con que se concretó esta propuesta de tan graves consecuencias para la salud de la población, no resulta sin embargo el fin último de las objeciones, por las cuales peticionamos a las autoridades que no se aprueben ni entren en vigencia estos Protocolos.
Lo que está mostrando esta situación específica es la transformación axiomática del campo de la medicina, la mutación que implica la destitución de la función médica. Lo que tendremos que pensar y registrar entonces, serán las consecuencias de ello y qué posición tomar en relación a esto que se está instituyendo en nuestro medio.
Las objeciones, centradas en el saber y en la ley, no son suficientes si no incluimos en este escenario los resortes del discurso de época: las relaciones basadas en la información y el poder.
Lo que se juega descarnadamente en este "extraño" producto con pretensión normatizadora, es el poder de decisión de la compra de medicamentos, tratados como objetos de consumo masivo para una clientela cautiva.
Lo que puede sorprender es la disconformidad incluso de los laboratorios de productos farmacéuticos. Aquí, lo "extraño" cambia de lugar.
En un análisis advertido de las leyes del mercado capitalista y sus astucias, el "descubrimiento" de que los beneficiarios sistemáticos del mercado de Salud no son ni los médicos ni los pacientes, sino los capitales monopólicos de la industria, permitía sortear ideológicamente un obstáculo: no nos engañan, sabemos quienes son los dueños de este negocio.
No correremos el riesgo de creer que las ideologías han muerto, pero tampoco el escenario es el mismo, ni las operatorias para desmantelar sus estrategias funcionan de la misma manera que hace pocos años, en el siglo pasado.
Siendo que el sistema que sufrimos se legitima a sí mismo por su racionalidad económica, definida cuantitativamente como maximización de los productos respecto de la minimización de los costos, produce un efecto de vértigo encontrarse con el "sin sentido" o la irracionalidad de sus "racionalizaciones" que nos invaden, inundando de calculabilidad nuestras vidas.
El empuje hacia el dominio de la producción, del consumo y de la economía global, pero también y esencialmente de la educación, el derecho, la vida política y todas las prácticas públicas y privadas, no son meras extensiones secundarias o instrumentales derivadas de la mundialización del mercado.
La tendencia al UNO, el rechazo, exterminio y desprecio por la diversidad y la singularidad de lo OTRO, necesita del imperio de la norma y la uniformidad immune a la diferencia, la capacidad de decisión autónoma y la relatividad de las situaciones reales de las prácticas. El pensamiento único se entroniza sustituyendo a la verdad, a la potencia creadora, al razonamiento crítico.
La "normativización" que presume de esta racionalización puramente cuantitativa, da vía libre a la irresponsabilidad profesional y al cinismo de poder apoyarse en una "legalidad" que exime a la práctica médica de decisiones fundamentales que hacen a la dirección del tratamiento de cada paciente real.
¿Pero entonces... quién gozará de este programa de Salud?
Diana Braceras, 12 de junio de 2001