MADA DA YO (1) II : "TODAVÍA SOY, ¿EH?"
(De la soledad y las desventuras de la internación)


Lic. Diana Braceras



        Recreando la traducción del título, a partir de nuestra diferenciación idiomática del castellano, respecto de los verbos ser y estar: "Todavía soy ...Todavía estoy...eh?", nos permite hacer patente en toda su dimensión la apelación al reconocimiento de vida en aquel paciente que, atravesando una difícil situación clínica... está todavía vivo...es aún un sujeto que ofrece resistencia a ser tratado como un objeto cuyo destino ya está sentenciado.

        En el artículo precendente: Mada da yo: ¡No, no tadavía! ubicamos esta problemática del supuesto "enfermo terminal", entre las prácticas de sadismo, asimilándolas a lo que padece el condenado a la pena de muerte. La esencia del sadismo, inherente a la estructura de la Perversión, no necesariamente pasa por infligir un daño físico a la víctima, sino consiste en reducir a un sujeto a la categoría de objeto de una Voluntad Superior, que ya ha determinado su destino, usando de instrumento un brazo ejecutor, un intermediario: en este caso, el médico. La "voluntad divina", generalmente es invocada en nuestro ámbito médico, masivamente imbuido de espíritu religioso, especialmente a la hora de responsabilizarse de sus terrenales actos.
        Pero, en este caso, el sadismo es extensivo al entorno del paciente: la familia se confrontará a la angustia masiva de presenciar el deterioro del ser querido y la precariedad de sus medios para manejar la situación, en caso de internación hospitalaria: frente a la falta de respuesta médica; en caso de internación domiciliaria: frente a la ausencia de soporte profesional y técnico en las innumerables situaciones de emergencia.


        EN LA INTERNACIÓN: ¿Y DÓNDE ESTÁ EL DOCTOR?

        Si las instituciones médicas a veces se asemejan a laberintos indescifrables, en las situaciones en que se ha decidido que con un paciente "Ya no hay nada que hacer", el hospital o la clínica se transforma en un verdadero Triángulo de las Bermudas: la desaparición del equipo tratante, del médico responsable o el oncólogo de cabecera, resulta una experiencia inquietante.
        Actualmente, el mutis por el foro, es suplido por la derivación a unidades de Cuidados Paliativos, que al menos, cumplen el rol de interlocutor del desconcierto familiar y del paciente, expulsado elegantemente de la medicina curativa.
        Si bien, el aspecto contenedor de la angustia y el control de los síntomas, siempre son importantes en todo tratamiento médico, cuando la atención médica se reduce sistemáticamente a estos dos ejes, una parte fundamental de la tarea asistencial ha sido abandonada. Y no hay calidad afectiva ni samaritana que sustituya lo que significan los beneficios de una asistencia médica especializada, aún, y justamente, en los momentos de mayor complejidad de un cuadro clínico.
        La separación entre el trabajo afectivo, el trabajo intelectual y el trabajo físico, es una práctica de la fragmentación capitalista del concepto: Trabajo, derivado de la concepción carteciana que divide al ser humano en cuerpo-mente y la ética kantiana que cristaliza la esencia a priori de las cosas, determinando para siempre la naturaleza de las cosas. Por supuesto que toda división del trabajo en este marco ideológico, es jerárquica, los "enfermos terminales" serán los kelpers de la institución y el personal asistencial dedicado exclusivamente a ellos, podrá llegar a ser considerado útil, jamás serán reconocidos como eminentes en el ámbito de la Medicina propiamente dicha.
        Por lo mismo, se observará que en los medios hospitalarios donde no hay Cuidados Paliativos, los profesionales a cargo de los "desahuciados" (de los despedidos del sistema curativo), serán los de menor jerarquía o experiencia en la pirámide institucional: residentes o personal para-médico (enfermero/as).


        EN LA CASA: ¿Y AHORA QUE HACEMOS?

        Se asegura doctrinariamente que todo el mundo prefiriría morir en su casa...especialmente a partir de la regulación de la "Internación Domiciliaria" de las Obras Sociales y Sistemas Pre-pagos de Salud. Casualmente, el costo de este tipo de prestación es sensiblemente menor para el pagador, no solamente porque se ahorra lo que significa económicamente la "cama" de internación diaria (siempre tan escasa), sino también resulta un "regalo" el gasto por honorarios profesionales de escasas visitas a domicilio por personal contratado, al estilo de los médicos de guardia a domicilio: sin responsabilidad formal, sólo para salvar la ocasión. La enfermería igualmente será recortada en horarios o días determinados, siendo que la mayoría de los pacientes, en situación de delicada inestabilidad, requieren cuidados bastante difíciles de cumplimentar por personas no entrenadas.
        Por último, y no menos importante, el gasto en medicamentos e insumos de todo tipo que debe solventar la prepaga u obra social, es recortado fuertemente, ya que en general, éstos deben ser cubiertos en un 100%, en el caso de internación (no domiciliaria), en tanto que la cobertura cae a 40% (en general, sin provisión o reembolso por descartables ni otros gastos en que se incurriera en el cuidado del paciente - por ejemplo, una persona para acompañamiento durante la noche). Nótese que estos pacientes suelen recibir entre cuatro y diez medicamentos en la situación típica en que se plantea la "internación domiciliaria" (analgésicos, laxantes, antidepresivo, hipnótico, antibióticos, corticoides, protectores de la mucosa gástrica, antifebril, lociones para la piel, crema para escaras, etc), con lo cual la "carga económica" de solventar los medicamentos es transferida: del prepago u obra social a los bolsillos del paciente y su familia. De allí la insistencia del remito a casa del enfermo, aún cuando resulta muy dudoso que cumpla criterios médicos y sociales como para estar bien asistido en el hogar.

        Esta maniobra es la que origina los interminables tours en ambulancia (en el mejor de los casos), al centro de atención médica, a que se verá obligado el paciente y sus atribulados "cuidadores", muchas veces con una frecuencia irracional, por ejemplo día por medio, en lastimosas condiciones físicas y al borde del colapso psíquico, por la saturación de situaciones límite a repetición, de las que se pasa de lo siniestro a lo patético... Hasta que la muerte, finalmente aparece como una buena solución, deseada tanto por el paciente como por la familia, para terminar con esta locura institucional enloquecedora, sostenida y prolongada por los mismos a quienes se debe acudir por ayuda. El círculo vicioso, torna indefensos a los protagonistas, ya que temen reclamar lo que éticamente corresponde al sistema médico, del cual depende su atención.

        También este es un rasgo del sadismo: el ofrecerse como socorrista, cuando se ha participado efectivamente en la situación que causa el daño, la angustia y el caos. Cualquier parecido con la realidad de la destrucción física o económica-social de los países dependientes, bajo el poder de los "salvadores" del mundo, no es casualidad.

      En términos académicos, diríamos que este tipo de prácticas actualmente con cobertura legal (2), resultan iatrogénicas.
        En términos más cotidianos, estamos describiendo escenarios lindantes con la corrupción del sistema: en el mismo sentido que la sociedad hoy reclama, no sin temor, que las mismas estructuras destinadas a dar seguridad a los ciudadanos no sean permisivas ni cómplices con el delito y partícipes necesarios de la muerte de los sujetos a los que deben proteger.



  1. Aporte de traducción del Dr. José María Kobuku.
    MADA: todavía
    DA: verbo ser en presente informal (que denota familiaridad entre los interlocutores)
    YO: partícula que indica el carácter informativo de la frase que lo precede.(un equivalente sería el agregado de "¿eh?" al final de una frase).
    La traducción literal, entonces, sería:
    "Es todavía , ¿eh?", con el significado de: "Todavía falta, ¿eh?"

  2. Ver otro artículo de esta página: "Cuando la Ley, es la trampa".