ENSAYOS CLÍNICOS DE ANGAÚ

Escribe: Lic. Diana Braceras



Ilustración: Guillermo Poggioli
      La validez del método científico aplicado a los efectos orgánicos de intervenciones quirúrgicas, farmacológicas o radiantes en medicina, hace a la diferencia significativa de la expectativa de curación o cronificación de afecciones, antes consideradas mortales a corto o mediano plazo. El notable incremento de la expectativa de vida, especialmente en los países del llamado "primer mundo", donde los beneficios de la ciencia médica son apreciables en gran parte de la población, así lo atestigua.
      Específicamente en el campo de las enfermedades neoplásicas malignas, el avance en este sentido lleva a considerar un nuevo status para el cáncer, hasta no hace mucho tiempo considerado una enfermedad intratable, sinónimo de muerte.



      Esta reconocida perfomance en los tratamientos médicos ha recorrido el largo y minucioso camino de los ensayos clínicos, que en sus distintas fases de investigación van estandarizando las estrategias terapéuticas que prometen más y mejores resultados para una mayor cantidad de pacientes.

      Este es el camino que recorre la "ciencia normal" - así llamada por Thomas Kuhn, el famoso epistemólogo, quien describiera "La estructura del las Revoluciones Científicas", en su ya clásica obra.

      Llama la atención cómo la Medicina se distancia de la actitud científica a la hora de considerar las variables de la subjetividad; es decir, cuando se propone ponderar aspectos que hacen al estado emocional del paciente, su posición personal respecto de la enfermedad y del tratamiento. Expectativas, temores, fantasías, estados de ánimo, registro del dolor, del sufrimiento, actitudes e ideas que influyen en la posibilidad de colaborar con la cura o con la conservación de la enfermedad, o aún, con la muerte, aparecen renegatoriamente consideradas en el discurso médico.

      Intuitivamente el médico sabe que una proporción importante de los resultados del tratamiento depende de características individuales del paciente, de su circunstancia vital y muy especialmente de la relación que se establece con el tratamiento y el equipo tratante. Esto le permite muchas veces hacer "pronósticos" personales, muy poco científicos por cierto, pero con altas posibilidades de acierto:


      Los "presentimientos" del médico en transferencia con su paciente, las afirmaciones y dudas basadas en su "experiencia", que muchas veces se contraponen a las estadísticas científicas o no encuentran apoyatura "racional", se deben a un "saber no sabido", no corroborable con el mismo método que se aplica al estudio del organismo y sin embargo comprobadamente verdadero en un número significativo de casos.
      Una conclusión a la que arribamos es que el método hipotético deductivo y su procedimiento científico, tal como es instrumentalizado en los ensayos clínicos, funciona excluyendo al sujeto, reduciendo al paciente a un puro organismo. Aceptar esta condición y reconocer su utilidad estadística, no es lo mismo que creer que esta es la única fuente de conocimiento, ni que todo aquello que no admita ser tratado como materia, no tiene posibilidad de ser estudiado, arrojándolo a la hoguera del misticismo y al limbo de la experiencia de lo inefable.
      Más bien hay que reconocer una infiltración ideológica del "pensamiento único" en el campo del saber, tan característico de los sistemas totalitarios de pensamiento hegemónico en el siglo XX. Ver: (LINK... Legitimizacion científica del neoliberalismo.

      Un recurso débil pero muy difundido en la bibliografía médica, que insiste en el tratamiento pseudocientífico de la subjetividad, es el injerto del método científico típico de los ensayos clínicos, con intervenciones difusas calificadas de: psico-social-pedagógicas, cuyo agente sería un psico-algo (psiquiatra, psicólogo, psicopedagogo), o médico o enfermero, consejero o más indefinidamente "líder", de una variante terapéutica a explorar. Por supuesto que los resultados serán tan modestos que prácticamente no agregarán ningún saber, y no llevarán a nada más que una tibia recomendación inocua: "Y...mal no le va hacer".

      Por más que estos estudios multicéntricos se realicen en serios institutos y hospitales del primer mundo, el diseño utilizado en estos protocolos de investigación no resiste el más mínimo análisis. Sin embargo, cumplen con el cometido de dejar fuera de discusión la futilidad del esfuerzo psicoterapéutico en pacientes con afectación orgánica.
      La concesión más generosa en este sentido es admitir una posible incidencia en la "calidad de vida" o en la "dignidad de muerte", lo que tornaría más humano el tratamiento o justificaría opciones poco claras para la decisión médica. Una vez más se comprueba que la ignorancia nunca basta para explicar lo que no se toma en cuenta. Y su persistencia, especialmente en ámbitos académicos con altos estándares de investigación, garantiza una utilidad efectiva no reconocida.
      Llamo a este tipo de "ensayos clínicos" de angaú, por imposición espontánea del término. Se trata de una voz del idioma guaraní (avá ñe'é), autodenominada "lengua de los seres con alma".
      Angaú adiciona al término angá (que significa pobre, en el sentido de digno de compadecer) el sufijo ú, onomatopeya de burla y susto, lo que en conjunto es significado como "broma", "engaño", "picardía" o "falsedad", según el contexto y la intención del sujeto.
      Estos "ensayos" hacen "como si" se propusieran saber a cerca de la relación organismo-subjetividad, "como si" se quisiera probar alguna hipótesis que valorara los efectos vitales de la posición subjetiva en el tratamiento de una enfermedad o la probabilidad de curación. Pero...será de angaú, un juego, un embuste sin grandes pretensiones, incluso no muy difícil de descubrir. Una rápida lectura de este género de trabajo "científico", delata con simpleza su descuidada confección.
      A modo de ilustración tomemos el siguiente párrafo que describe el protocolo de un ensayo multicéntrico que asigna aleatoriamente 235 mujeres con cáncer de mama metastásico a una de dos ramas: terapia de grupo o control sin ninguna intervención (1).
      La conclusión es que la terapia grupal no prolonga la sobrevida pero sí mejora el humor y la percepción del dolor, particularmente en aquellas mujeres que estaban inicialmente más apenadas.
      El rigor que se exige para diversos procedimientos del protocolo en cuanto a la aleatoriedad, "enmascaramiento" y análisis estadístico, contrasta llamativamente con la contaminación (sesgo) que se introduce en la variable a explorar. Las mujeres en el grupo control no recibieron ninguna terapia psicológica dentro del ensayo, pero sin embargo las participantes de ambas ramas podían integrar grupos de autoayuda, o de soporte terapéutico - constituidos por pacientes con diferentes tipos de cáncer , y con otro tipo de cuidado médico, quirúrgico, o psico-social.

      Si se tratara de un verdadero Ensayo Clínico para probar la eficacia por ejemplo de un fármaco...le preguntaríamos a los investigadores: ¿A qué estamos jugando che ra'á? Si supieran guaraní...


Buenos Aires, mayo de 2002.




Referencias bibliográficas:

  1. Goodwin PJ, et al. The effect of group psychosocial support on survival in metastatic breast cancer. N Engl J Med 2001;345 (24):1719-26.