"PERDÍ MIS TORRES GEMELAS: ¿QUÉ HICE YO PARA MERECER ESTO?"

Escribe: Lic. Diana L. Braceras


        Este fue el planteo de una paciente próxima a inaugurar una no tan feliz primavera con mastectomía bilateral (extirpación de ambos pechos), en estos extraños días de septiembre... después de enterarnos que ningún sistema humano es invulnerable. Fue inevitable escucharlo al biés: tomando la doble faz de reflexión personal y análisis político.

        No es función de un análisis desculpabilizar al paciente, aún cuando el sentimiento sea aplicado a una premisa muy discutible como lo es, sin duda, asignar el resultado de una intervención médica a una intencionalidad psíquica. Como todo senti-miento, algo de la verdad aparece y desaparece en su trama. Registrar y permitir desplegar todos los argumentos que sustentan la posición que se adjudica a un mal producido, es valioso en sí mismo para evidenciar la postura del "dagnificado" respecto de las responsabilidades en su padecer.
        Del mismo modo, no es difícil registrar en medio de tal dimensión de sufrimiento de todo un pueblo, las premisas que explícita o implícitamente sostienen sus conclusiones respecto del mundo y de sí mismo.

        - "Lo primero que pensé cuando me enteré del diagnóstico y supe que ya no luciría mi orgulloso frente tan admirado...es que no podía ser que justamente a mí me pase, mis pechos eran el símbolo de mi personalidad, algo de mi ser residía en ese par de tetas!! Los tipos más audaces me decían: Sos un monumento!!" -
        Y sí...el cuerpo como la arquitectura de una ciudad, no es inocente con lo que da a ver, con sus atracciones tanto como con lo que oculta o margina. Aquello que resalta va componiendo algo así como la imagen oficial que interesa presentar al mundo, como reflejo pleno de su ser, en verdad siempre escurridizo, paradójico y contradictorio, con sombras y dobleces inconfesables, el revés de la trama de las luces y de los reflectores del escenario público.

        - "Si esto era verdad, la mala suerte se había ensañado conmigo y como víctima inocente, tendría que esperar que todo el mundo se compadeciera y me apoyara para seguir adelante reconstituyendo cuanto antes con dos buenas prótesis mi lascerado orgullo." -
        También desde el discurso médico se suele considerar al cáncer como una "ruleta rusa", que le puede tocar a cualquiera y en cualquier momento. Tal vez tenga algo de cierto, pués para que esto ocurra, alguien tiene que disponerse a jugar con pólvora, tiene que cargar el arma y apretar el gatillo apuntando sobre sí...todo esto no se va cumpliendo por azar, a poco que se escuche a un paciente, empezará a hilvanar una secuencia donde la casualidad cada vez se hace menos casual.
        Recomponer la vida a imagen y semejanza de lo que se pretendió ser hasta el preciso instante que algo se derrumbó estrepitosamente, resulta una respuesta maníaca que desconoce lo que no funcionaba o lo hacía de tal manera, que era cuestión de tiempo y ocasión para que el efecto desgraciado se precipitara. Esto no implica por supuesto desconocer los muchos factores intervinientes no manejables, pero la "inocencia" siempre lo es respecto de lo que sí es posible decidir y elegir: un niño es inocente en tanto y en cuanto no determina las condiciones en que vive, ni sabe a quién beneficia o perjudica su existencia o su obrar, ni qué de su accionar es incompatible con la vida propia o de otros.

        - "Sin embargo no puedo ser tan hipócrita...alguna vez me tenía que tocar preguntarme ¿Qué tengo que ver yo con esto tan terrible que me pasa?" -
        En el plano de la salud puramente física, el discurso preventivo difunde las alarmas del sistema a partir de los excesos: en el caso de esta paciente su participación (prescripta médicamente) en reuniones de diversas técnicas y estrategias para dejar de fumar, no habían servido más que para dar el marco escénico a su espíritu de desafío y al despliegue seductor de su autosuficiencia:
        - "En el fondo los despreciaba, pensaba ¡Pobre de ellos! Viven temerosos de que les pase algo en sus pulmones o en el corazón, mis radiografías de torax y mis electros no tienen nada que envidiarle a las de un no-fumador, con mis 2 paquetes de negros diarios desde los 14 yo tengo salud para regalarle a mi médico... los grupos me vinieron bárbaro para conocer gente de cierto nivel, por lo caros..." -
        Parece que las imágenes y los números pudieran dar cuenta de la realidad tan literalmente que mientras los controles arrojen determinadas cifras, el hombre se cree a salvo...no solo de aquello a lo que la pantalla o el algoritmo alude como referencia relativa, sino de todo el universo de posibilidades indecifrables, más allá de los fantasmas de la propia imaginación y del real saber y entender de la ciencia en un momento dado.

        En el terreno subjetivo esta paciente se identificaba con las "mamás truchas" esas que sin el deseo de tener hijos habían "enganchado" a un buen partido con un embarazo o evitado una desventajosa separación con un "regalito del cielo para que sigamos unidos".
        - "Siempre embromé con eso y ahora que tengo que hacerme a la idea de tener mamas truchas (por las prótesis) se me aparece como si fuera un castigo por tanta impunidad para jugar con lo que para otros es como sagrado, yo gocé con mostrarme tan irreverente y me pregunto si esto no es de mi cosecha.. ." -

        Como dentro de este sistema de pensamiento, por decirlo de alguna forma: "No hay mal que por bien no venga", voluntad de dominio aún sobre la contingencia, no estuvo ausente de las especulaciones los beneficios secundarios que podría otorgarle el pasaje por semejante instancia, la solidaridad de sus conocidos, el perdón de sus otrora desgastadas relaciones, la disponibilidad de fondos que se habían restringido en los últimos años con la suspensión de tarjetas de crédito, etc.
        Lo que hace pensar en cierta posibilidad terapéutica de cambio para esta paciente, es justamente la posibilidad de articular sus preguntas con su historia y con sus responsabilidades, con sus modalidades de gozar de un lugar de excepción más allá de toda regla y límite; que no es lo mismo que declarase "culpable" o "inocente" o buscar a ciegas un demonio infiltrado en su natural destino de grandeza. Y fundamentalmente la abstención de sacar partido de su desgracia moviendo a la conmiseración humana, sosteniendo en cambio una profunda reflexión ética sobre sus actos, sus concesiones y lealtades.

        Decía J. Lacan que a veces, para perder un goce, el ser humano llega a perder una parte simbólica de su cuerpo...lástima, que ni siquiera esa pérdida real garantice que algo cambie en la estructura si no se logra sostener el deseo de vivir, renunciando a esa porción de poder sobrehumano que otorgaría la posesión de un lugar privilegiado por fuera de lo que nos hace semejantes a todos los hombres: el límite a la omnipotencia.
        Los discursos políticos que podemos analizar en estos sombríos días, no dan margen para alentar con modestia un buen pronóstico.
        Casi todos los pacientes alguna vez, protegidos por la intimidad del encuentro terapéutico, dan riendas sueltas a sus aspiraciones presidenciales desde el anonimato y el llano. A veces, sus programas de gobierno, sus análisis de la realidad nacional y de los conflictos mundiales, superan la lógica de aquellos sobre los que no podría descansar nunca la paz del mundo, pues se creen dueños de su destino y como tales dioses lo gobiernan.
        En estos días, el contraste es extremo: sin poder sustraerme al impacto de los acontecimientos, escucho en el decir atormentado de los pacientes, la grandeza de poder cuestionar sus más caras convicciones personales. Contrariando la cómoda autocomplacencia y la justificable victimización, entablan una dura lucha por hacerse cargo de sus vidas colapsadas, decidiendo reconstruírse y encontrar un modo nuevo de vivir...sin hacer "mandados a la desgracia", como dice un sabio payador de estas sureñas pampas emergentes... que nunca será candidato a Dios.


Diana Braceras, septiembre de 2001.