Medicamentos más allá de su fecha de vencimiento
Primera Parte

Escribe: Dr. Pedro M. Politi. Oncólogo clínico, Equipo Interdisciplinario de Oncología
Profesor Adjunto, II Cátedra de Farmacología. F. Medicina, UBA




        Esta es una pregunta relativamente frecuente: son eficaces y seguros los medicamentos cuya fecha de vencimiento ha expirado?

        La respuesta debe tener en cuenta aspectos legales (con lo cual, acaba la discusión: quien los entrega o prescribe, está al menos en "infracción", y en algunos países, comete delito).

        Sin embargo, la legislación debería al menos interrogarse sobre los fundamentos científicos. Y aquí se tropieza con el segundo obstáculo: dado el marco legal (o reglamentario, según los casos), hay un poderoso efecto disuasivo para el estudio formal del tema.

        Hay tres grupos de preocupaciones fundamentales, respecto de los medicamentos "vencidos":


        Revisando la literatura médica, surge el trabajo publicado en The Medical Letter (Drugs past their expiration date; vol 38, julio 19, 1996). La fecha de vencimiento se establece en base a estudios de estabilidad físico-química del fármaco en su envase original - y no en base a estudios de eficacia y seguridad clínica. Se supone que la estabilidad va cayendo en función del tiempo, y se fija un porcentaje de pérdida límite. Adicionalmente, es factible conducir estudios (in vitro) de "estabilidad acelerada", es decir, se expone el fármaco a condiciones más desfavorables de temperatura, humedad y/o iluminación, de modo de acelerar su posible degradación, y luego extrapolar los resultados a condiciones más benignas. De este modo se pretende acortar los tiempos de estudio.
        En líneas generales ( y hay muchas excepciones ), los expertos consultados por The Medical Letter estimaron que la mayoría de los fármacos que se expenden en cápsulas o comprimidos suelen retener entre un 70 y un 80% de su potencia original por unos 10 años si se los mantiene en su envase o contenedor original, en condiciones adecuadas de conservación (temperatura no superior a 25 C, sin luz directa). Entre las excepciones, figura la nitroglicerina, la cual pierde potencia/ actividad en horas de su exposición al aire y a la luz. Adicionalmente, el almacenamiento en condiciones de elevada humedad puede interferir con la disolución - por ejemplo, causando mayor hidratación de la formulación. Un ejemplo: comprimidos del anticonvulsivante carbamazepina tienden a hidratarse y a no disolverse o enlentecer su disolución si son almacenados en ambiente muy húmedo - lo cual puede llevar a fracaso terapéutico.


Toxicidad por fármacos que hayan superado la fecha de vencimiento

        Contra lo que sería de esperar - intuitivamente - hay escasas comunicaciones sobre este tema en la literatura médica. Probablemente, la más conocida sea la toxicidad atribuible al uso de tetraciclinas vencidas ( Frimpter et al. JAMA 184: 111, 1963 - citado en The Medical Letter).
        Otro ejemplo, citado en los libros de texto, es la expectativa de mayor probabilidad de reacciones de hipersensibilidad asociada al uso de penicilina vencida, quizás por la degradación a ácido peniciloico.


Cómo son las cosas en la Argentina

        Para muchos productos nuevos, el período al vencimiento solicitado en el dossier o solicitud de aprobación regulatoria suele ser de dos años. Sin embargo, a medida que surgen datos concretos, se puede extender este plazo. Pero habitualmente, no hay un incentivo para que el laboratorio patrocinante realice los estudios adicionales de estabilidad, y se tome la molestia de iniciar un trámite regulatorio, que finalmente redundaría en una menor velocidad de movilización de su stock de medicamento terminado puesto en las farmacias o droguerías.


Qué impacto tiene un período de vencimiento demasiado breve sobre los pacientes y sobre el sistema de distribución y comercialización de medicamentos?

        El impacto es considerable. Una fecha de vencimiento demasiado limitada fuerza una mayor rotación y/o pérdida de stock en la cadena de distribución, obliga a descartar producto no utilizado, y provoca la necesidad de repetir la compra. No sería éste el efecto realmente buscado por un laboratorio farmacéutico?


Cuál es el rol esperable de la autoridad sanitaria (regulatoria), respecto de este tema?

        Si bien es cierto que la autoridad regulatoria tiene limitaciones (por ej, no puede aprobar un período de vencimiento superior a lo avalado por los datos presentados - o disponibles en la literatura para el producto en cuestión), no resulta menos llamativa la completa inacción oficial al respecto.


Qué sucede si el envase ha sido abierto, o si presenta fracturas?
        Aquí se trata de otra historia, completamente.
        En el caso de un envase abierto, o fracturado, por supuesto se ha perdido la esterilidad del contenido. Esto es crítico para los productos inyectables, y para las soluciones oftálmicas ("gotas para los ojos"). Aquí no hay discusión posible: deben ser descartadas. Compartir soluciones oftálmicas presenta alto riesgo de contaminación e infección. Cualquier envase (jeringa prellenada, frasco ampolla, ampolla, etc) abierta o con fractura debe ser descartada.

        Hay situaciones muy extremas, pero afortunadamente inusuales: tal el caso del anestésico general propofol. Este producto de uso intravenoso viene formulado en un medio muy rico en nutrientes, y el mero hecho de dejar una jeringa llena de propofol a temperatura ambiente (sobre la bandeja de anestesia, en un quirófano) sin un cierre hermético se ha asociado con mayor riesgo de sepsis bacteriana en el postoperatorio. Esto se debe a que la mezcla en que se formula el propofol soporta fácilmente el crecimiento bacteriano. Por este motivo, la autoridad sanitaria norteamericana recomienda cargar las jeringas con propofol inmediatamente antes de su uso - no dejarlas preparadas de antemano.


Hay excepciones?

        Sí. Si bien no puede generalizarse la recomendación, es técnicamente factible evitar la contaminación, si y sólo si el envase es abierto y manipulado en condiciones asépticas.

        Un ejemplo de esta práctica es el fraccionamiento de medicamentos (antibióticos, oncológicos, etc) en los propios centros de salud, típicamente bajo "campanas de flujo laminar", por profesional capacitado, en condiciones reguladas.

        Los pacientes pueden ser entrenados para utilizar un mismo frasco ampolla para múltiples dosis, si se siguen medidas apropiadas de higiene personal, antisepsia, y manejo cuidadoso del envase, incluyendo la conservación en heladera. Esto forma parte de la práctica habitual, por ejemplo, en pacientes diabéticos que se autoadministran insulina, o en los tratamientos prolongados con interferón.

        Los beneficios son obvios: mejor aprovechamiento del medicamento - del costosísimo y generalmente inaccesible medicamento, si estamos en la Argentina.
        Por otra parte, los riesgos deben ser tenidos en cuenta: los envases multidosis de lidocaína y otros anestésicos son un peligro: una verdadera fuente de contaminación cruzada, que debería ser erradicada de los quirófanos.


Buenos Aires, setiembre de 2002.