ENFOQUES INTERDISCIPLINARIOS EN ONCOLOGÍA. ¿CONVOCAR A LAS TROPAS O CUBRIR LA RETIRADA?

Dr. Pedro M. Politi


        El rol del oncólogo se presenta como un alto llamado: combatir el buen combate, mantener una calidad y dignidad de vida, saber cuándo actuar firmemente y cuándo recomendar "vivir un día por vez", "oler las rosas", tomarse todo con calma y dejar que el futuro se ocupe de sí mismo.

        Combatir el buen combate requiere estudiar el tablero de ajedrez, planear cuidadosamente los movimientos y sentar al paciente en la cabina de comando, respetando su singularidad.

        Convocar a las tropas no ofrece -en principio- mayores problemas: hemos sido entrenados para hacer, y tanto el paciente como la sociedad esperan una conducta agresiva, pro-activa, tecnológicamente fuerte, por parte nuestra. No es difícil ordenar que suenen las trompetas, extender el brazo y gritar "allá vamos!". Hay otros desafíos que ponen a prueba la madera de médico, más allá del saber y de lo académico:

        He visto situaciones en que el paciente ha sido despojado de todo (salud, fortaleza, bienestar, esperanza y recursos económicos) para ser lanzado a la desolación del "no hay más nada que hacer". En algunas tristes ocasiones, hasta era posible hallar otros profesionales que - con más piedad que sentido crítico- rodeaban al paciente y facilitaban a quienes habían consumado el abandono que puediesen cubrir la retirada, dejando la tierra arrasada, para reiniciar el ciclo de despojo en otro ser humano.

        No es ésta nuestra visión de los Cuidados Paliativos. Los miembros del Equipo Interdisciplinario de Oncologia no concebimos la asistencia como una secuencia de modalidades o actitudes (primero, pro-activa, luego paliativa). Hay mucho que hacer, y el alivio del sufrimiento, la atención a los síntomas y el resguardo de la dignidad no pueden ser relegados a un tiempo posterior. El tiempo es ahora.

        Trabajar en equipo implica reconocer limitaciones: nadie puede hacerlo todo, y mucho menos hacerlo bien. Es bueno aceptar beneficiarse de la visión de otros, comprender que el todo es más que la suma de las partes. Un team balanceado fortalece y cuida también a sus miembros, y cuida mejor del paciente - de cada uno en particular.

        En el campo de la Oncología, cada batalla es dura y decisiva (sin ninguna garantía de ser la última). Si se piensa que el fracaso terapéutico es el único problema, no se está comprendiendo la situación. Hay una trastienda de pensamiento, esfuerzo y creación detrás de cada paso.

        La bibliografía y la experiencia nos enseñan que un alto porcentaje de los pacientes no tienen apropiado control del dolor, ni de otras causas de sufrimiento evitables o controlables. Mientras aguardamos con esperanza un progreso de tipo incremental, queremos poner manos a la obra en el horizonte de lo que no puede esperar. La mortificación del paciente, contando con medios para evitarla, es siempre una falla de orden ético.

        El deseo de curar, que sopla en nuestra práctica, llevado al extremo es un imposible.

        Infinito y límite, corte y eternidad. Aprender a morir no es sólo para el paciente y los suyos. Los miembros del team deben hacer un memento mori, tener presente su propia muerte y aceptarla.

        De otro modo, difícilmente pueda alguien ayudar a otro a bien morir... o a bien vivir.