Orden Global Imperial y Salud
Escribe: Dra Susana B. Etchegoyen


        ..."El derecho de intervención figuraba predominantemente entre la panoplia de instrumentos acordados por las Naciones Unidas en su Carta para mantener el orden internacional, pero la reconfiguración contemporánea de este derecho representa un salto cualitativo. Los Estados soberanos individuales o el poder supranacional (la ONU) ya no intervienen, como ocurría en el antiguo orden internacional, solamente para asegurar o imponer la aplicación de compromisos internacionales voluntariamente acordados. Ahora los sujetos supranacionales, legitimados no por el derecho sino por el consenso, intervienen en nombre de cualquier emergencia y en nombre de principios éticos superiores. Lo que sustenta esta intervención ya no es solamente un estado permanente de emergencia y excepción, sino un estado permanente de emergencia y excepción justificado por la apelación a valores esenciales de justicia. En otras palabras, el derecho de policía queda legitimado por valores universales.
        ¿Deberíamos suponer que, puesto que este nuevo derecho de intervención tiende primariamente al objetivo de resolver problemas humanos urgentes, tiene una legitimidad fundada en valores universales?. ¿Deberíamos interpretar este movimiento como un proceso que, sobre la base de elementos fluctuantes del marco histórico, pone en marcha una maquinaria constitutiva impulsada por fuerzas universales de justicia y de paz?. ¿Nos hallamos entonces en una situación muy semejante a la definición tradicional de imperio, es decir , la promulgada en el antiguo imaginario romano cristiano?"....

... de IMPERIO-Michel Hardt y Antonio Negri
Buenos Aires:Paidós,2002


        Podemos afirmar que la historia ha mostrado que la ONU y sus organismos dependientes, entre los que se encuentra la OMS, siempre han planteado cursos de acción, políticas globales y aún sectoriales dentro de un marco de entendimiento básico, que para lograr cumplimiento práctico, garanticen a cambio, la no transgresión del orden impuesto por los intereses de quienes detentan el poder.

        Así durante los últimos 25 años hemos recibido sus recomendaciones, que en algunos casos eran capaces de producir variantes significativas para el sostenimiento de la situación dada, cumpliendo de esta manera con el papel asignado primariamente a estos organismos, presentados y sostenidos para neutralizar las grandes modificaciones económico-sociales que el mundo de los oprimidos necesitaba, y garantizando una vez más las condiciones de inequidad imprescindibles para la expansión capitalista.

        La Organización Mundial de la Salud, fue creada por la ONU en l946, posee un órgano legislativo constituído por la Asamblea Mundial de la Salud, que reune a los representantes de l91 países miembros, elige por tres años un consejo ejecutivo de representantes (re-elegibles) de 32 países y designa a propuesta del consejo un director ejecutivo por el término de 5 años renovable por un período más.

        Con una estructura que incluye la sede en Ginebra y seis oficinas regionales publica anualmente su Informe sobre La Salud en el Mundo.

        Constituyen supuestos hitos gloriosos en su historia: la publicación de la lista de 200 medicamentos esenciales en l977, durante el recordado período del danés Halfdan Mahler, quien además en l978 durante la conferencia organizada por la Institución junto con la Unicef, en Alma-Ata hizo adoptar el derecho de igualdad de acceso a la atención médica primaria para todas las personas (APS); así como la erradicación de la viruela y la promesa en l980 de "acceso a la salud para todos en el año 2000".

        El estado actual de la salud en el mundo nos exime de mayores comentarios sobre los supuestos logros incumplidos de aquella OMS que proclamaba la salud como un derecho, pero por sobre todas las cosas intentaba asegurar un medio valioso al servicio de la producción.

        Pero el modelo liberal histórico, funcional por décadas a la hora de entregar la asistencia médica indispensable para mantener al sector trabajador en condiciones de producir, ha sido arrasado por el avance del capitalismo financiero en el escenario de la globalización salvaje, con desocupación creciente, y Estados en disolución, cada vez menos dispuestos a cumplir con sus obligaciones asistenciales, convalidándose definitivamente la enfermedad como fuente de ganancias, garantía de poder y crecimiento para los sectores más poderosos del sistema.

        En l998, fue electa como directora general de la OMS, Gro Harlem Brundtland, ex primera ministra de Noruega, quien se encargó acorde a los tiempos que corren de "reestructurar" la organización denunciada por corrupción, y criticada por ineficiente.La nueva directora concentró actividades, descentralizó servicios, redujo los contratos a largo plazo y por primera vez obligó a las seis oficinas regionales (históricamente con alto grado de autonomía) a alinearse tras la política decidida por Ginebra.

        Analicemos ahora el presupuesto de la OMS y su composición. La Institución dispone de aproximadamente 1000 millones de dólares anuales , de los cuales solo el 41% proviene de los contribuciones obligatorias de los Estados miembros, el resto proviene de contribuciones voluntarias, en un 61% de los Estados, en un 17% de fundaciones y en un 16% de empresas privadas. Estas contribuciones voluntarias generan acciones que escapan al control del Consejo Directivo, aumentando la dependencia de la OMS con respecto a sus principales donantes.(1)

        No puede entonces sorprendernos que aquellos postulados abstractos e idealistas que adoptaba la OMS, y que nunca consiguieron vincularse con las realidades sociales de los países o regiones colonizadas, hayan sido reemplazados por otros más acordes con una Institución atendida por sus dueños.

        Quizás por eso la señora Brundtland se deshace en elogios hacia las grandes multinacionales farmacéuticas, y defiende a ultranza la protección de los derechos de las patentes como objetivo máximo de la OMS, mientras se escuda detrás de la OMC (Organización Mundial de Comercio) a la hora de castigar e iniciar acciones judiciales contra los gobiernos sudafricano o brasilero por desarrollar licencias obligatorias, iniciar la fabricación de genéricos o implementar la importación paralela de medicamentos en un intento desesperado por frenar la epidemia mundial de SIDA.

        Sabemos que más allá del triunfo obtenido por los países en vías de desarrollo en Qatar a fines del año 2001, al obligar a la OMC a reconocerles el derecho a fabricar copias menos costosas de los medicamentos con patente (antirretrovirales, y porqué no antibióticos o drogas para el tratamiento de las enfermedades oncológicas), en caso de emergencia económica, acecha la amenaza de una línea política sumisa a los deseos del gran capital internacional, que agazapado tras la farsa caritativa de la contribución, asume desde el Banco Mundial el verdadero gobierno de la OMS.

        La lucha por la salud debe entonces aunar a todas las fuerzas que hayan comprendido la ineficiencia social del reformismo tecnocrático que solo ofrece el resultado de los indicadores sanitarios.

        Desestimar falsas expectativas que inevitablemente traerán decepción y más dolor al tiempo que intentamos sumar potencia creativa a la multitud que resiste el orden imperial, constituye sin duda el gran desafío de la hora.



(1) "La OMS asociada con las multinacionales farmacéuticas".Jean Loup Motchane-LE MONDE Diplomatique-añ0 IV- Nro 37. Julio 2002 .Pag 27.