Resumen

Lo viejo y lo nuevo: Creando una asociación
Dr. Bruce A. Chabner,
Centro de Cáncer del Hospital General de Massachusetts Boston, USA



        El progreso científico para comprender las bases biológicas de las enfermedades malignas ha creado gran optimismo sobre las perspectivas en el diagnóstico y tratamiento del cáncer. Los blancos biológicos específicos de las células tumorales y necesarios para el crecimiento tumoral están ahora al alcance de la mano. Tenemos un ejemplo dramático del éxito de la terapéutica biológicamente dirigida en la reciente experiencia con el STI-571, inhibidor del gen de fusión bcr-abl. Este fármaco cumple muchas de nuestras expectativas y esperanzas: baja toxicidad para células normales, exquisita sensibilidad de los tumores que contienen el blanco. Este hallazgo ha acelerado y energizado el entusiasmo por el proceso de descubrimiento de drogas para tratar el cáncer, un campo que en el pasado sólo ha atraido limitada atención. Hay una gran corrida en el mundo académico, y en el industrial/biotecnológico, para identificar y explotar otros blancos. La clonación del genoma humano no dejará secretos sobre las diferencias entre los tejidos normales y tumorales. Los únicos límites serán nuestra capacidad de digerir, interpretar y explotar esta información.
        Queda en pie la pregunta, si nuestra experiencia acumulada con las drogas citotóxicas tradicionales mantendrá un lugar importante en el tratamiento del cáncer en la próxima década, o si estos agentes serán rápidamente reemplazados por drogas más nuevas, más focalizadas sobre un blanco, y más específicas. Esta presentación explorará el lugar potencial para lo nuevo y lo viejo, comenzando con los principios generales de terapia combinada y muerte celular, finalizando con una estrategia de desarrollo de drogas que incorpora tanto lo nuevo como lo viejo. La conclusión fundamental es que los agentes únicos (monodrogas), tanto si son biológicamente dirigidos a un blanco específico, como si destruyen indiscriminadamente, tienen poca probabilidad de curar el cáncer por sí solos, y que las combinaciones inteligentes de nuevos y viejos agentes probablemente sean el enfoque más útil.
        Hay un tema consistente que atraviesa los experimentos preclínicos con drogas biológicamente dirigidas: las células malignas dependen de señales específicas para sobrevivir, y la deprivación de estas señales baja su umbral a cualquiera de las formas de daño celular. Por lo tanto, las combinaciones de drogas que inhiben las señales de sobrevida con otras que crean daño del ADN deberían ser altamente sinergistas en el humano. Existen actualmente unos pocos ejemplos, principalmente los que combinan anticuerpos monoclonales (trastuzumab, rituximab) y drogas. Para explotar plenamente estas combinaciones, necesitamos desarrollar perfiles moleculares de las células tumorales que descubran las cascadas de transducción de señal y de los factores de crecimiento que son importantes para la supervivencia de la célula, y contrarrestarlos con inhibidores biológicos en combinación con agentes que dañen el ADN.