"Células T de memoria : héroes locales en la lucha por la inmunidad".
   Reflexiones sobre el artículo de Mackay CR y von Andrian UH (1)


Comenta: Dr. Pedro M. Politi.
Oncólogo clínico, Equipo Interdisciplinario de Oncologia
e-mail: politi@Equipo Interdisciplinario de Oncologia.com.ar

        La inmunidad, como muchas otras actividades en la vida, depende de la "capacidad de recordar" - en este caso, recordar encuentros previos con "lo extraño". Esta propiedad ha sido llamada "memoria inmunológica", y es la base racional de las estrategias de vacunación. Dos artículos recientes (2,3) han identificado características importantes de la memoria inmunológica.

        Recordemos que la respuesta inmune primaria suele desarrollarse en tejidos linfáticos, tales como los ganglios y el bazo. Los ganglios están diseñados para recibir los antígenos desde los tejidos que drenan a ellos, y para hacer lugar para unflujos masivos de linfocitos T y B, a través de microvasculatura especializada. Además proveen el entorno para las interacciones entre células T y B y células presentadoras de antígeno (APC). El rápido reconocimiento del antígeno depende del rápido movimiento de células antígeno-específicas. Las células naive recirculan en el cuerpo, pero no pueden ingresar a tejidos no-linofides. Sin embargo, las células que responden a un antígeno en tejido linfoide sufren profundos cambios en las moléculas que expresan en su superficie, y en sus actividades. Algunas se diferencian a células efectoras, otras, a células de memoria. Entre ambos tipos, proveen una inmunidad sistémica duradera, migrando a tejidos no-linfoides, particularmente, piel y mucosas.

        Los trabajos de Reinhardt y col, y de Masopust y col, siguiendo diferente enfoque técnico, y rastreando células CD8+ y CD4+, respectivamente, brindaron una evidencia clara:

Dramática redistribución de células T efectoras y de memoria hacia tejidos no-linfoides, luego de la exposición al antígeno.

        A medida que los linfocitos T se diferencian, pasando de ser células naive a efectoras o de memoria, adquieren nuevas moléculas de superficie (por ejemplo, CD 45), que toman parte en la interacción con otras células o en eventos de transducción de señal, o que facilitan la migración celular (ej, moléculas de adhesión, receptores a quimioquinas (citoquinas que participan en la migración y atracción celular), etc. Por ejemplo, la expresión del receptor a quimioquinas CCR7 indica capacidad de migrar a tejidos linfoides; por lo tanto, es expresado por las células T naive, y raramente por las células ya estimuladas por antígeno. Los trabajos de ambos grupos citados identifican dos patrones de células T activadas por antígeno:
        Durante la fase de respuesta de corto plazo, más intensiva (semanas a meses), la proporción de células T antígeno-específicas en algunos tejidos llega a representar 20 a 40% de la población T total. Esta respuesta intensiva seguramente es valiosa cuando la "carga" de antígeno todavía es grande. Luego, la memoria de largo plazo (años, décadas) se mantiene en forma independiente de la presencia (o reexposición) antigénica.

        Algunas implicancias enfatizadas por Mackay y von Andrian:

        Aún no queda claro el rol de estas células T en la lucha inmunológica contra células tumorales (estos estudios se realizaron con antígenos virales); pero sin duda, conocer esta dinámica y modus operandi es muy valioso para comprender mejor - y en un futuro, manipular mejor - el sistema inmune.

Referencias: