EL STRESS LABORAL DEL MÉDICO
Lic. Diana Braceras


        Forma parte de una legítima preocupación médica, el nivel de stress que acarrea la práctica, a partir de ella y en combinación con el interés institucional de mayor rendimiento del trabajo del médico, hemos visto ganar terreno bibliográfico y estadístico al llamado Síndrome de Burn-out y otras yerbas.
        Como se sabe, en este mundo basta que se hable mucho de algo, para que éste exista y ya no sea cuestionada de allí en más su consistencia o realidad. Así se agregan nombres a la psicopatología con una generosidad enfermiza o se ponen 'de moda' trastornos, adicciones y ataques, caracterizados descriptivamente como si se tratara del descubrimiento de archipiélagos antes desconocidos, en el medio de la mar. Sobre tales novedosos cuadros, no se requiere psicodinamia ni etiología alguna, se sobreentienden desde el sentido común y la comprensión humanitaria del caso. Otro acuerdo general radica en indicar su necesaria desaparición lo más rápidamente posible.
        Respecto del Burn-out, síndrome que despierta el interés esperanzado de médicos, deseosos de poder entender y superar las dificultades inherentes a su campo laboral, se reconocen en general los malestares progresivos que son relacionados particularmente con cada especialidad.

        En Oncología

        Las 'causas' el médico la adjudica a:

  1. Los altos niveles de frustración que debe soportar el médico, dedicado al tratamiento de una enfermedad tan temida y de una importante tasa de mortalidad.

  2. El grado de ansiedad y angustia asociado al diagnóstico de la enfermedad, a las características de los tratamientos y a la incertidumbre de los resultados.

  3. La carencia de adecuada contención emocional tanto para los pacientes como para el equipo tratante, dada la complejidad de la tarea que involucra distintas instancias profesionales y técnicas de difícil coordinación para los tiempos estratégicos que son decisivos considerar.

        Los 'efectos' los médicos los registran en:

  1. Progresivo deterioro de la voluntad para afrontar las dificultades cotidianas de la relación con los pacientes o familiares, o con las diferentes instancias prestadoras de los servicios médicos.
    -Ya tiré la toalla-

  2. Alteraciones de la propia salud física y aumento de la conflictividad con el medio, percibiéndose como vulnerables, inestables y próximos a situaciones de 'desborde'.
    -No sé hasta cuándo voy a aguantar-

  3. Conductas evitativas para comprometerse en la tarea, falta de interés en el crecimiento profesional.

        Los recursos que los médicos ubican como 'salvadores':

  1. Asistencia psicoterapéutica a los pacientes y grupos 'tipo Balint' para procesar los problemas de la práctica o del grupo asistencial.

  2. Posibilidad de armar proyectos laborales nuevos o expandir áreas diversificadas dedicándose personalmente a un aspecto específico de la práctica.

  3. Implementar 'válvulas de escape' para la tensión: viajes, reuniones de tipo social de camaradería, Congresos en atractivos lugares, actividades artísticas entre colegas, etc.

  4. Implementación de grupos de estudio, cursos de actualización o capacitación con reconocimiento y a cuenta de otro: institución, laboratorios, asociación profesional, etc.

        La hipótesis de base para el planteamiento del problema de stress laboral:

        Regularmente se imaginariza la práctica como una 'guerra' donde el 'enemigo' puede ser tanto la enfermedad que se combate, como el stress que ataca o el Síndrome de Burn-out que invade el ámbito de trabajo y amenaza la integridad de los equipos. (Ver: Susan Sontag: El coraje de disentir con los mitos de la medicina y de la guerra)

        Hasta aquí recorrimos desde el imaginario médico y el sentido 'común' los 'peligros' de la profesión. Teniendo en cuenta lo que ya venimos caracterizando desde un punto de vista crítico a cerca del Burn-out, en la próxima actualización continuará....

        Agradezco la comunicación de nuestros lectores médicos que estimulan el abordaje de este tema a fondo, con la genuina preocupación de superarse.


Buenos Aires, 17 de octubre de 2002.