DECISIONES Y DESEOS
Lic. Diana Braceras


        Resulta ya un lugar común en el discurso médico y psicológico, el énfasis que se pone en las recomendaciones a cerca de mantener una "buena comunicación" con el paciente, una "información adecuada" y especialmente la importancia de tomar "decisiones acordadas", de acuerdo a lo que el paciente desea o pide, ya que se trata de su vida, de su cuerpo, de su "estilo de personal".

        Lo que lamentablemente también es común, es que el tema se agota en estas indicaciones generales sin ninguna precisión, aceptando de suyo que para todos resulta claro y evidente de qué se trata en la comunicación humana, lo "adecuado", lo incuestionable de los "deseos" y de las razones personales.
        En realidad, es un dato comprobable, que el médico no hace o deja de hacer aquello que él mismo considera necesario, lo justifique o no el paciente, su estilo de vida o su capricho. La lógica de este comportamiento deriva de la asimetría de la relación, por un lado, la responsabilidad/conveniencia profesional, y la relatividad de las motivaciones humanas.
        Más bien, se podría decir, que cuando médico y paciente llegan a un acuerdo, por lo general, lo que ha ocurrido, es que el diálogo a llegado a un punto, donde el paciente decide hacer lo que el médico propone, tal vez con alguna concesión que le hace sentir "dueño" de la situación, para tornarla más aceptable. Estamos refiriéndonos obviamente, a la toma de decisiones en el campo médico, que acarrearían consecuencias de peso en la vida del paciente.
        Tomaremos algunas cuestiones que se relacionan con variables de decisión del lado del paciente, dejando por sentado, que del lado del médico, hay una complejidad no menor de variables propias que inciden en sus propuestas y puntos de vista.

        Las propuestas de conductas estándar para el tratamiento, en este caso, de pacientes con cáncer, están basadas en estadísticas, instrumento de utilidad para la ciencia y de incertidumbre para el individuo: uno nunca sabe de qué lado del porcentaje finalmente se inscribirá el caso personal. Pero no se trata sólo de estadísticas, lo que guía la conducta, está el conocimiento previo del paciente, otras complicaciones orgánicas, y diversas posibilidades derivadas, del momento de intervención, de las modalidades de derivación, de características personales del paciente, actitud de la familia, nivel cultural, extracción socio-económica, etc.
        La complejidad del tema, exige puntualizar, generalizar en estos aspectos sirve para correr una cortina de humo que mantiene en la nebulosa esa categoría de por sí enigmática que se da en llamar 'aspectos subjetivos'. Sobre ellos, admite el médico que no sabe, no está necesariamente en el centro de su mira, sin embargo, no deja de mencionarlos a la hora de justificar decisiones o acordar conductas. Una pregunta será suficiente para desmantelar este sofisma:

¿Lo que el paciente pide es lo que desea?

        "Cuando el enfermo es remitido al médico o cuando lo aborda, no digan que espera de él pura y simplemente la curación. Coloca al médico ante la prueba de sacarlo de su condición de enfermo, lo que es totalmente diferente, pues esto puede implicar que él esté totalmente atado a la idea de conservarla. Viene a veces a demandarnos que lo autentifiquemos como enfermo; en muchos otros casos viene, de la manera más manifiesta , para demandarles que lo preserven en su enfermedad, que lo traten del modo que le convienen a él, el que le permitirá seguir siendo un enfermo bien instalado en su enfermedad." (1)
        Qué idea estamos introduciendo con este párrafo tan citado en estudios psicoanalíticos lacaneanos? Entre la demanda y el deseo hay una 'falla', a veces...un abismo.
        Agrega Jaques Lacan en esta intervención que realizara como participante de una mesa redonda en el Colegio de Medicina en la Salpêtrière, que no hace falta ser psicoanalista ni médico para saber que cuando alguien, sea hombre o mujer, nos pide algo, esto no es para nada idéntico, e incluso puede ser diametralmente opuesto, a aquello que desea. Esta obviedad sin embargo es renegada por la conciencia, esta fiel sirvienta de la 'coherencia' del Yo oficial, representante social del sujeto, que pretende una autosuficiencia y un autoconocimiento sin fallas.
        La llamada 'teoría de la comunicación' se basa en este tipo de emisor ideal que compone un mensaje decodificable por un receptor no menos ideal, que simplemente comparte el mismo código y entiende perfectamente de qué está hablando el otro, concluyendo linealmente en un sentido único y unívoco la significación del mensaje. La comunicación así entendida, es claramente del orden zoológico más elemental, habrá que reconocer que en algunos aspectos, el ser humano es algo más sofisticado. Al menos así lo atestiguan, no sólo la teoría psicoanalítica concebida por S.Freud y J.Lacan, sino nuestro muy entrañable y popular tango que de teoría de la comunicación no sabe...pero de las contradicciones y dobleces del alma humana...es un troesma:


Homenaje al tango.
Gentileza de http://tango900.tripod.com

        Tal vez, esto de tomar decisiones irreversibles en el tratamiento de un paciente, amerite algo más que una "buena comunicación", "una información veraz" y "una relación comprensiva". Así como un buen cirujano no opera sin solicitar los estudios específicos que le permitan saber lo más aproximadamente posible qué grado de compromiso orgánico tiene el tumor a extirpar; sería prudente que el oncólogo no confíe en su "intuición" y sensibilidad humana, para saber lo que el paciente desea, o hacer lo que él supuestamente quiere, en un momento de inflexión que compromete su vida.
        El dispositivo de la escucha analítica, basado en el método de investigación psicoanalítica, tiene como campo de estudio la estructura del sujeto hablante, es decir la articulación de la demanda y el deseo en el marco de una clínica de la subjetividad que nunca es sin el cuerpo.
        Sin caer en la impostura de garantizar soluciones mágicas, la terceridad de una posición analítica amplía y jerarquiza la complejidad de las variables a tener en cuenta tanto para el paciente como para el médico, favoreciendo un momento de concluir con todas "las cartas" sobre la mesa; incluso las que estaban en la manga o bajo carpeta, y sobretodo las marcadas...esas que disimulan el color del mazoquismo con la insospechada solicitud amorosa y el respeto al "libre albedrío".


"Pedime nomás mi vida,
vos no tenés más que hablar
que yo te voy a comprar
todo lo que vos me pidas.
De nada te has de quejar,
Y pa' que tengas de todo,
Venda y tintura de yodo,
Para poderte fajar."

"Pedime lo que querés" de Juan Andrés Caruso y Francisco Canaro (1925).



(1) Jaques Lacan, Intervenciones y Textos 1, "Psicoanálisis y Medicina", Título original y fuente: Psychanalyse et médicine, Lettres de l'Ecole freudienne N° 1, tr. Diana Rabinovich. Ediciones Manantial, Buenos aires, 1985, p. 90.