LOS "GENÉRICOS" NO EXISTEN...pero que los hay...los hay (1)

Escribe: Lic. Diana Braceras



Fotografía: Sebastián Hacher
        El intelectual, el académico, el ciudadano formado en la República Argentina, gracias a la educación estatal, que sigue siendo generosamente gratuita, a diferencia de los países del primer mundo, que cada vez más se benefician con la excelencia de nuestros claustros...debiera encontrar una forma de reconocimiento de su deuda simbólica. Es una cuestión ética.
        Una forma posible es la de aportar los frutos de su saber, para la producción de una vida más justa y más digna para los argentinos. Una manera si no de devolver, ya que hay deudas impagables, al menos de transmitirla a las futuras generaciones, que puedan seguir estudiando y defendiendo la educación pública, así como la salud, un bien social accesible a nuestras multitudes. No una mercancía de lujo para un minúsculo sector privilegiado.

        El tema específico "Genéricos" que sometemos a debate público en el ámbito de la Facultad de Medicina de la UBA, forma parte en la actualidad de alarmantes decisiones políticas en salud.
        Implicándonos como sujetos en la construcción y ejercicio de una nueva Política que pretenda ser al mismo tiempo una ética, sostenemos en nombre propio, una posición que basamos justamente en el saber: la evidencia científica, los estudios epidemiológicos y el análisis del discurso; sin defender una postura ideológica predeterminada, en tan delicado tema, como es la salud de los argentinos.
        Coincidimos en este sentido, con la postura filosófica con Alain Badiou:

        "...sólo se puede considerar concerniente a la ética una política que tiene las cuatro características siguientes:

        ¿Tal política existe, puede existir? Ese es todo nuestro problema. La respuesta depende del caso, del acontecimiento.
        Pero quizá la primera exigencia ética consista en desear que tal política exista. Y, como dice Lacán, en no ceder nunca en este deseo." (2)

        Voy a destacar algunos ejes en este trabajo colectivo, considerando tanto las exposiciones de los doctores Susana Etchegoyen, Pedro Politi y Constantino Tulupas; como así también el intercambio con el auditorio.


1) Piquete al chauvinismo:

        Un modo concreto de recuperar la capacidad de decisión en el acto médico, es desarmar las corrientes de opinión masiva instrumentadas desde un discurso pseudoprogresista. La definición científica de lo que es y no es un genérico, pone límite al deslizamiento interesado hacia lo que para la imaginación popular, sería un "equivalente más económico por ser producido por la industria nacional".
        Este anhelo tendría una base legítima:

        El sí...

        El revés de la trama oculta sus dobleces:
        Pero no...

        O sea...

        Que hablar de "genéricos en argentina" es como de las brujas...no existen. O si se quiere una ilustración más literaria: se trata del mismo "género" que el Traje del emperador. Un cuento para niños acerca de la hipocresía de los grandes.


2) Piquete al fraude impotente:

        La capacidad de testeo y auditoría que requiere el control de calidad de los fármacos, su producción o fraccionamiento, su compra o distribución, dependen exclusivamente de decisiones políticas y del real funcionamiento de las instituciones y leyes con las que cuenta el país.
        El requisito indispensable para proponer una política de medicamentos pasa por diferenciar lo que se puede, lo que se debe y lo que conviene hacer a nivel nacional, cuestiones que no siempre coinciden; pero la declaración de impotencia, siempre será un pre-requisito para justificar una política de concesiones indefendibles.
        La racionalidad del gasto aparece como fuerte motivación para la necesidad de reemplazo de las primeras marcas de medicamentos, con exigentes controles de calidad, al menos en su país de origen.

        Sí...

        Pero no...

        O sea...

        Que la impotencia de bajar los costos comprando lo mejor del mercado, lleva al paradójico y original resultado de ser el país que ha logrado comprar a los precios más caros del planeta, pese a su volumen de demanda, en gran parte indiscriminada.
        Similar perplejidad puede causar la contradicción entre no haber podido controlar la calidad de los medicamentos de todo origen, durante los diez años en que se creó un ente estatal para tal fin; y la súbita potencia para contar con drogas nacionales intercambiables con las producidas por la industria más sofisticada del mundo.


3) Piquete al ahorro imaginario:

        Si con la prescripción de genéricos, se pretende lograr mayor equidad, es decir darle a cada quien lo que necesita, en un reparto justo de los beneficios sociales como parte de un universo igualitario e integralmente considerado; los cálculos sanitaristas que definen dónde invertir el mayor esfuerzo para el mejor rendimiento de los limitados recursos, pasan fundamentalmente por el registro y el estudio de la relación entre incidencia del gasto y prevalencia de las patologías.

        Los sí...

        Pero no...

        O sea...

        Que el ahorro real no consiste en fijar un precio, ni una "canasta" de medicamentos admitidos con criterios insuficientemente explicitados y origen dudoso, o presentaciones inusuales. Un marco regulatorio requiere un serio apoyo en estudios epidemiológicos propios, incluye tanto el control de la calidad, como de precio, modalidades de prescripción y de administración; su garantía es la vigencia misma de las leyes; la posibilidad de ejecutarse dependerá en gran medida no sólo de la voluntad política y las decisiones correctas de las instancias gubernamentales, sino será también un resultado de la buena formación profesional y la ética profesional del médico en relación al trabajo cuidadoso y singularizado con cada paciente. Cada uno tiene responsabilidad del uso que haga de su conocimiento. Sino...el supuesto "ahorro" que serviría de base a la equidad tan mentada, se parece mucho a la "ley" que nos describe nuestra sabiduría telúrica en el Martín Fierro:

"La ley es tela de araña,
En mi inorancia lo esplico.
No la tema el hombre rico;
Nunca la tema el que mande,
Pues la ruempe el bicho grande
Y sólo enrieda a los chicos."(3)


¿Y porqué interpretar estos ejes en términos de piquetes?

        Porque ante el intento de exclusión del pensamiento médico en la circulación de información hacia la sociedad argentina, manifestamos las propias contradicciones del sistema, tomando el espacio público por derecho propio, cortando el tránsito de los secretos de cofradía que aceleran la llegada a medidas de "urgencia", con la sirena de la emergencia sanitaria.
        Porque los piquetes, molestan la inercia ciudadana con sus señales de humo (en las películas de cowboys, nos enseñaban que así se delataba la presencia humana); en este caso la insistencia de fogatas será para lo contrario del ocultamiento: llamar la atención, aquí hay gente, mucha sin trabajo, todos cada vez con menos acceso a la salud, pero también con menos ganas de delegar el poder de decisión y de participación en unos pocos que representen un interés supuestamente general.
        El pueblo debe saber de que se trata, y quiere. Poner todo el saber de lo que seamos capaces, cada uno desde nuestras prácticas, formación y experiencia, es un trabajo colectivo y solidario contra la fragmentación social, que impide tomar conciencia de la potencia creadora para darnos soluciones alternativas a los abismos a los que nos precipitó el reinado del modelo gerenciador globalizado.


Diana Braceras, 14 de abril de 2002.




  1. 1 Comentario a cerca de "País generoso: genéricos en la Argentina", primera reunión del ciclo Explorando los márgenes del catecismo, realizada en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, el 11 de abril de 2002, a instancias de la II Cátedra de Farmacología.

  2. 2 Alain Badiou, "Ética y Política" conferencia dada en Brasil en noviembre de 1996 y publicada en "Reflexiones sobre nuestro tiempo. Interrogantes acerca de la ética, la política y la experiencia de lo inhumano". Ediciones del Cifrado, Buenos Aires, 2000. Pág. 34.

  3. José Hernández, Martín Fierro, Prólogo de J.L.Borges, Santiago Rueda Ediciones, Buenos Aires, 1998. Pág. 225.