GARANTÍA DE CALIDAD EN TRATAMIENTOS ONCOLÓGICOS O...
¿A CUÁNTO COTIZAN LOS TESTÍCULOS DE LOS JUBILADOS?


Escribe: Lic. Diana L. Braceras
Ilustración: Guillermo Poggioli

"Es preciso elegir en la actualidad entre hacer cosas
probablemente ineficaces o ciertamente criminales"
Albert Camus, Moral y Política

        Creemos como Camus, que en realidad la elección no es difícil, aunque las esperanzas sólo puedan ser razonables: estamos obligados a la solidaridad o a la complicidad.

        Puede que se considere ingenuo sostener firmemente principios elementales para hacer aceptable una propuesta, sin embargo una cura de modestia tal vez sea oportuna en esta "carrera de omnipotencia" en la que se ha convertido la medicina, según el decir de un representante de la sociedad de potenciales pacientes, presente en la reunión por los Protocolos de los tratamientos Oncológicos.

        Uno de estos principios, para empezar a hablar, sería respetar la temática de la convocatoria sin aceptar la eufemización de los términos: regular el financiamiento de la seguridad social es harina de otro costal. El avance en la "racionalización" del gasto, que favorezca el ahorro de los sistemas lucrativos de capitación, no sería racional de justificar a través de interpretaciones advenedizas de estándares científicos, aunque incluyesen sorprendentes referencias a la Bioética.

        Ejemplo didáctico de una ponencia expresada en la reunión del 14 de agosto en el Ministerio de Salud:

        "- En todo el mundo, la orquiectomía (remoción de los testículos) es la intervención que se recomienda; sólo los corruptos o ignorantes gastarían en una terapia hormonal para que un jubilado conserve sus testículos, eso significa regalarle $ 1000 a cada jubilado con cáncer de próstata..."

        (No agote su cuota de asombro...)

        "-Por supuesto que haciendo uso del principio de Autonomía, se les podría ofrecer los $ 1000 para que lo gasten a su gusto para otra cosa y no simplemente para conservar los testículos. Con los tiempos que corren seguro que prefieren la plata..."

        ¿Un chiste? ¿Una ironía? ¿Una cotización opinable?
        No interesa esta viñeta de una reunión científica entre representantes de asociaciones profesionales e instituciones de oncólogos argentinos, para cuestionar exabruptos personales o maniobras de manipulación (vulgares "psicopateadas"), que existieron a ojos vistas de toda la selecta concurrencia.

        Su valor de privilegio es exponer con claridad meridiana el núcleo oculto del conflicto o contradicción principal, del cual la discusión de los Protocolos y Guías de procedimientos oncológicos, constituyen una "puesta en escena" en la que se vela y se devela al mismo tiempo, como en una escena onírica, el deseo que motoriza este producto y el trabajo encubridor de las "buenas intenciones" de la conciencia, salvaguardando la imagen "ética".

        Dejaremos en paz pues, los testículos del PAMI, que en realidad sería prudente conservarlos bien puestos, en estos tiempos de seducción privatizadora...no sin antes acotar que hay ciertas delicadas cuestiones que atañen a los seres humanos que no se pueden despreciar, sin envilecerse.

        No se requiere una agudeza extrema para entender de qué se trata: representantes de asociaciones de pacientes lo expusieron ya en la primera reunión convocada por el Ministerio el 28 de junio pasado, al ser objetada la propuesta de Protocolos Nacionales de Oncología Clínica. Aún sin haber entrado en vigencia las cuestionadas indicaciones de la Resolución Nro. 435/2001, publicada en el Boletín Oficial del 11 de mayo de este año, ya se negaba a los pacientes la provisión de drogas antineoplásicas no recomendadas por la futura norma. El "error anticipado" nos evidencia el verdadero status de estas "inofensivas sugerencias":

        Lo que allí se establezca será lo único reconocido por los prestadores del sistema de Salud a nivel Nacional, ya sean estatales como el PAMI, sindicales o privados.

        Teniendo en cuenta entonces las cartas que en verdad se están jugando, en estas reuniones en las que en el plano manifiesto se apela al consenso sobre lineamientos terapéuticos validados internacionalmente, se ordena el aparente rodeo discursivo que vaga entre la "ciencia" y la "ética", con una tensión agresiva apenas contenida, incomprensible para un espectador ajeno a la batalla subterránea que se despliega entre cortesías y sobreentendidos: "Faltaba más doctor...estamos seguros que todos queremos lo mejor para los pacientes, no dudo que vamos a llegar a un acuerdo".

        A nivel de los enunciados, una democrática igualdad equipara a los profesionales asistentes: son todos médicos comprometidos en el área oncológica. Las diferencias específicas explican la asimetría y los "tironeos" sutiles que modifican el planteo del problema que se discute.

        Son sustancialmente diferentes las aspiraciones de regulación de la actividad médica según sean las posiciones individuales en el sistema: funcionario, prestador, médico asistencial, directivo de empresa pre-paga, autoridad de entidad gremial, especialista en cuidados paliativos o en terapia radiante, etc.

        Los intereses, área de competencia, responsabilidades, beneficios, ganancias, costos y perjuicios, son particulares, según el lugar de cada quien en estas estructuras, su ideología y su ética y la del grupo que representa. Aplanar este heterogéneo panorama en base al ideal hipocrático, no resulta ingenuo en una práctica tan permeable a la globalización de la economía de mercado, que hasta los pacientes se identifican como "consumidores", cediendo en ese punto a una categoría subjetiva que degrada la salud como bien social, a mercancía.

        La contradicción principal fue correctamente planteada en la reunión del Ministerio:

        ¿Hemos sido convocados para consensuar los más altos estándares de calidad para los tratamientos oncológicos o para minimizar el gasto de las prestaciones obligatorias?

        Las líneas de desplazamiento y manipulación de los propósitos también son claramente identificables: se utilizó la estrategia de armar falsas oposiciones:

  1. Lo mejor versus lo posible.
    Encubre la contradicción entre lo que se debe y lo que se quiere o no se quiere hacer.
    El posibilismo en este contexto se justifica con el principio de justicia, prorrateando los beneficios de un sistema empobrecido y de recursos limitados; lo mediocre alcanzaría para un mayor número de pacientes.

  2. Opinión de expertos versus autonomía del paciente.
    Encubre la asimetría de la relación médico-paciente, específicamente en lo que hace a la transmisión de la información, la dependencia y sugestionabilidad. A lo que debe sumarse, según las actuales modalidades de contratación de las prestaciones médicas, la cautividad y designación no electiva de médicos tratantes e instituciones.

        Obsérvese este fenómeno inflacionario de la referencia ética, entendida como el respeto a derechos en abstracto de sujetos estadísticamente idénticos, que "naturalmente" estarían representados por la "buena fe" del que opina sobre su situación.

        La comodidad de construir un consenso sobre lo que no se debe hacer ej. "encarnizamiento terapéutico", "discrecionalidad arbitraria de recursos"; lleva a contentarse con abstinencias, sin discutir lo que es necesario hacer y pensar, en la singularización de las situaciones.

        Existe un empobrecimiento del valor activo de los principios en nombre de la "necesidad", potente factor de resignación y de consentimiento al status quo. Este uso ideológico de la ética, nada tiene que ver con la sabiduría de la acción, la que dispone la existencia práctica según la representación del Bien. Desenraizada del uso griego del término, donde la ética está claramente ligada a lo teórico, es reducida a una categoría del discurso piadoso, donde el hombre es definido como víctima o benefactor.

        La discusión de los Protocolos nacionales de Oncología que garanticen la calidad de los tratamientos médicos, no debe someterse a la opinión posibilista sino al rigor del saber científico y el bien hacer del manejo clínico del paciente, teniendo en cuenta la singularidad de las situaciones individuales.

        El debate sobre los recursos del Estado para atender, controlar y regular las prestaciones médicas de los habitantes, es decir el alcance de sus responsabilidades y estrategias para hacerse cargo de sus deberes en vistas al bien común, es otra discusión a la que los científicos, académicos, profesionales o simples ciudadanos en calidad de tales, deben aportar para razonar efectivamente sobre las problemas y aportar soluciones, que no es lo mismo que copiar modelos para el subdesarrollo ni declinar las funciones indelegables del Estado.

        Concluyendo diré con Camus, que esta crónica..."No puede ser más que el testimonio de lo que fue necesario hacer y que sin duda deberían seguir haciendo contra el terror y su arma infatigable, a pesar de sus desgarramientos personales, todos los hombres que, no pudiendo ser santos, se niegan a admitir las plagas y se esfuerzan, no obstante, en ser médicos." *


        * Albert Camus, La Peste, Editorial sudamericana, Buenos Aires, vigesimoséptima edición, 1.991. Pág. 285.


Diana Braceras, 19 de agosto de 2001