Estructura
de la Relación médico-paciente: la Transferencia (II)
‘NO
CONTABAN CON SU ASTUCIA’
Lic.
Diana L.Braceras
I. Transferencia y Resistencia
Ya sea del órden del halago:
“Creo
ciegamente en todo lo que Ud. me indique, para mí es palabra santa...”
O
del desprecio:
“Ud.
qué título tiene? Porque hoy en día cualquiera es médico”
Los momentos de la entrevista o de un tratamiento, cuando emergen estos “fenómenos transferenciales”, son muy ricos para “aoscultar” la posición que el sujeto (paciente), tiene respecto de su enfermedad, la posibilidad de curación o de presentar complicaciones, abandonar el tratamiento o boicotearlo.
Otro “padre”del Psicoanálisis, Jaques Lacán, es categórico: “No suponga siempre el médico que el paciente lo que quiere es curarse”. Podríamos extender la idea: tampoco supongamos que lo que desean los familiares a cargo u acompañantes es que el paciente sane.
La transferencia tanto puede motorizar, favorecer el tratamiento, como también ser un obstáculo insalvable contra el que toda intervención terapéutica fracase.
¿Qué
indicación podemos derivar de estas observaciones, que aporta una disciplina
que se dedica a desmenuzar lo que ocurre en la relación médico-paciente en
situaciones clínicas?
El médico tiene que estar muy atento en esos momentos claves de la consulta del paciente, cuando algo de su decir o hacer lo involucra. Esto no dejará de producirse, para bien o para mal de la continuidad o del éxito del tratamiento.
¿Porqué
puede ser importante?
Porque si lo tiene en cuenta, tiene la oportunidad de situarse de la mejor manera posible para dirigir ese tratamiento. Concretamente podríamos hacer una comparación con el recorrido de un atleta para llegar a la meta:
Por más entrenamiento que tenga y aún conociendo el circuito con los ojos cerrados, si no está bien alerta a las particularidades del terreno o del entorno, en el momento que le toca correr, puede chocar con obstáculos imprevistos, calzarse de manera inadecuada para el estado de la pista, o no tener en cuenta que aquellos con quienes tiene que contar, le están jugando en contra y han pactado con el adversario.
La conducta del médico, como la del deportista advertido, no se reducirá entonces a la aplicación invariable de sus pautas de entrenamiento: No es lo mismo correr sobre una cinta de entrenamiento en su gimnasio, que triunfar en una carrera con obstáculos en pista embarrada. Tenemos un buen dicho popular para estas cuestiones: “En la cancha se ven los pingos” .
No quitamos importancia al conocimiento académico, técnico y científico, éste debe ser adquirido y actualizado rigurosamente. Es necesario, pero no suficiente. En tratamientos especialmente complejos, como los que se manejan en pacientes oncológicos, las ansiedades y riesgos que implican justifican plenamente, considerar todos los aspectos clínicos que se puedan tener en cuenta para favorecer el mejor curso terapéutico.
¿Cuáles
serán entonces los objetivos del
tratamiento médico?
Descriptivamente:
reconstruir las funciones del organismo que posibiliten la conservación y
el disfrute de la vida, incluyendo las consecuencias de la afección y los
traumatismos sufridos.
Dinámicamente:
vencer las resistencias al tratamiento manejando los fenómenos
transferenciales a favor de la cura.
¿Qué consecuencias lógicas implica
entender las cosas de este modo?
Que
el Inconsciente no es un lugar inaccesible y abstracto que subyace
al funcionamiento mental . El lugar que ocupe el médico como los avatares
del tratamiento, no serán ajenos a la historia personal y a la posición
que se tenga respecto de sus deseos en juego.
Que
toda relación médico-paciente es singular, es decir que tanto del
lado del paciente como del médico tratante, en la instancia que los reúne:
la contingencia de una enfermedad
II. Transferencia y repetición
Otra de
las dimensiones de la transferencia que nos importa tener en cuenta en la
consulta médica, es la Repetición,
testimonio del inconsciente, su puesta en acto.
En la transferencia se
despliega lo que no se sabe:
Dice Sigmund Freud: “no
es posible liquidar a un enemigo ausente o que no esté lo bastante
cerca”:
En la Transferencia el paciente escenifica un fragmento importante de su biografía actuando ante nosotros, en lugar de informarnos, acerca de su estilo de relacionarse, sus miedos, sus odios, el lugar desde donde establece sus vínculos o espera que el Otro le responda.
Si aparece esta dimensión, nos da la oportunidad de observar “en vivo” los “clichés”singulares con que el paciente funciona “automáticamente” en sus vínculos fundamentales, más allá de un criterio de realidad o elección personal, incluso conduciendo a lo peor, para su propio bienestar.
Con la repetición, no sólo se trata de una distinta modalidad de producir material nuevo en transferencia, sino que pone en evidencia especialmente aquello que insiste más allá del Principio del placer (funcionamiento psíquico con el que normalmente se regula el bienestar subjetivo). El automatismo de repetición lleva al paciente a situaciones francamente inadaptadas, antihomeostáticas, que lo someten al sufrimiento, a las pérdidas y en extremos, lo aproximan a la muerte
Por ejemplo, no hace falta ser psicoanalista, para advertir que en la vida de las personas, hay situaciones que repiten el infortunio de tal manera que se dice:
- ¡ Qué mala suerte que tiene fulano con las mujeres, siempre le pasa lo mismo! ;
- ¡ Otra vez sopa: no logro salir de una que ya me meto en otro drama, parece que fuera a propósito!;
- ¿ Y quién te manda a buscar siempre situaciones tan complicadas?
Esta es una de las ideas más fuertes y resistidas que aportó como novedad el Psicoanálisis, abriendo a una dimensión del sujeto que nada tiene que ver con el ideal de unidad, adaptación y progreso que imaginariamente tendemos a creer como destino evolutivo del ser humano.
La complejidad del concepto de “repetición” responde a la complejidad de nuestra clínica, a la complejidad del sujeto. Causa profundo disgusto el descubrimiento freudiano, que con los conceptos de “inconciente”, “repetición”, “necesidad de castigo”, “pulsión de muerte”, afecta la optimista visión del ser humano como reflejo de un ser superior, absolutamente racional y autoconciente. Por eso se responsabiliza a Freud y su método terapéutico, el Psicoanálisis, por haber infligido la tercera herida narcisista a la humanidad:
Descentrar
al sujeto humano como el soberano de sus actos.
En el
mismo sentido, primero Copérnico lo destituyó como habitante del centro del
universo y luego Darwin lo elimina de la estirpe divina incluyendo al hombre
como producto de la evolución zoológica.
Cada uno de estos movimientos en la Historia de la Humanidad, ha costado la exclusión, la soledad, el repudio y hasta la muerte de los hombres que defendieron estas evidencias tan ajenas al espíritu egocéntrico humano.
En
la Clínica asistencial con seres humanos, estar advertidos del complejo
funcionamiento del sujeto, tanto médico como paciente, es fuente de recursos
para dirigir mejor la cura de nuestra competencia y preservar el propio
equilibrio personal.
¿Cómo
manejar la relación terapéutica según vayan apareciendo en el tratamiento los
fenómenos transferenciales?
Aunque NO todo pueda estar “fríamente calculado”...el trabajo interdisciplinario preserva la práctica médica.
Diana Braceras, diciembre de 2000.
Bibliografía recomendada