La pequeña muerte (Eduardo Galeano)


No nos da risa el amor cuando llega a lo más hondo de su
viaje,
a lo más alto de su vuelo: en lo más hondo, en lo más alto,
nos
arranca gemidos y quejidos, voces de dolor, aunque sea
jubiloso
dolor, lo que pensándolo bien nada tiene de raro, porque
nacer
es una alegría que duele. Pequeña muerte, llaman en
Francia a la
culminación del abrazo, que rompiéndonos nos junta y
perdiéndonos
nos encuentra y acabándonos nos empieza. Pequeña
muerte, la llaman;
pero grande , muy grande ha de ser, si matándonos nos
nace.



        En tiempos de encuentro y de abrazos, la lucha por aquello en que creemos nos arrebata a pedazos las mezquinas certezas cotidianas y nos arroja impiadosa al universo de la incertidumbre.
        Se requiere el valor que a veces falta, y resulta imprescindible la cercanía de los que comparten nuestros sueños.
        Porque el encuentro en el abrazo con los otros, nos devuelve siempre renacidos, apostamos a la vida aunque nos rompa una y mil veces en pequeñas muertes necesarias.




Dra. Susana B. Etchegoyen