LA VIDA SENCILLA

(Octavio Paz, Libertad bajo palabra, p. 78)


Llamar al pan el pan y que aparezca
sobre el mantel el pan de cada día;
darle al sudor lo suyo y darle al sueño
y al breve paraíso y al infierno
y al cuerpo y al minuto lo que piden;
reír como el mar ríe, el viento ríe,
sin que la risa suene a vidrios rotos;
beber y en la embriaguez asir la vida,
bailar el baile sin perder el paso,
tocar la mano de un desconocido
en un día de piedra y agonía
y que esa mano tenga la firmeza
que no tuvo la mano del amigo;
probar la soledad sin que el vinagre
haga torcer mi boca, ni repita
mis muecas el espejo, ni el silencio
se erice con los dientes que rechinan:
estas cuatro paredes —papel, yeso,
alfombra rala y foco amarillento—
no son aún el prometido infierno;
que no me duela más aquel deseo,
helado por el miedo, llaga fría,
quemadura de labios no besados:
el agua clara nunca se detiene
y hay frutas que se caen de maduras;
saber partir el pan y repartirlo,
el pan de una verdad común a todos,
verdad de pan que a todos nos sustenta,
por cuya levadura soy un hombre,
un semejante entre mis semejantes;
pelear por la vida de los vivos,
dar la vida a los vivos, a la vida,
y enterrar a los muertos y olvidarlos
como la tierra los olvida: en frutos...
Y que a la hora de mi muerte logre
morir como los hombres y me alcance
el perdón y la vida perdurable
del polvo, de los frutos, y del polvo.


COMENTARIOS

Lic. Diana L. Braceras


        Necesitamos las Palabras como al Pan, el alimento de la cotidianeidad de los actos y los sueños. Nos inauguran la vida con un nombre, rescatamos con palabras las migajas del olvido.
        Y la vida va: entre las verdades de pan que saboreamos, compartiendo el milagro de cada día, y aquellas otras, las que nos astillan la risa contra la dura corteza de la pena.
        Que no falte el pan es para el hombre, convocar la posibilidad misma de la vida. Incluir la humana muerte en la sencillez de la vida, no es un verso; tampoco un hecho natural, independiente de las circunstancias que laboran el acontecimiento temporal en que se inscribe la finitud.
        La cualidad de lo humano no deviene de la naturaleza, sino de las condiciones en las que se vive y se muere. Lo digno, lo indigno o lo inhumano son "logros" forjados por los hombres.
        Con una lucidez que ya no lo abandona, según dice Octavio Paz, en el Prólogo de su libro: "Contra el silencio y el bullicio invento la Palabra". En este poema sencillamente nos habla del entramado complejo de la vida: la fragilidad de los paraísos y los infiernos terrenales; la inevitabilidad del cuerpo y del tiempo; el alivio del refugio en un Otro, cuando la intemperie amenaza arrasarlo todo.
        El combate del amor, la bendición de la sucesión generacional, la inmortalidad de las simientes y las huellas que engendramos entre placeres y agonías, y que dejamos en el amasijo del pan de cada día, que es un nombre sencillo para la dignidad de la vida.

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* Octavio Paz. Escritor mexicano nacido en 1914. Premio "Cervantes" (1981) y Premio Nobel (1990).